jueves, 23 de diciembre de 2010

Capitulo 3:





Sigilosamente, Luz se mete en la recámara del guapo chofer y se desnuda ante él. El hombre la mira nervioso.
--Señora ¿que hace? Estoy casado y tengo el familia –dice el hombre tapándose la sábana.
Como una bestia en celo, Luz arranca la sábana del cuerpo del hombre y se deleita con la exquisita desnudez del apuesto monumento.
--No me haga esto –dice él tapando sus partes más privadas con las manos.
Ella se le pone encima intentando conocerlo profundamente. Nervioso él le dice:
--No le quiero ser infiel a mi esposa.
Luz devora el cuerpo del hombre con hambre:
--relájate, tendrás que ser mío siempre que yo quiera si deseas conservar tu trabajo... estás a mi servicio y eso lo incluye todo...
--tengo tres hijos, un hijo recién nacido, necesito el trabajo –dice tenso.
--pues no te lo tomes como un engaño a tu esposa sino como trabajo...
él hombre acaba dejándose vencer. Luz disfruta mucho poseyendo a ese hombre tan guapo y en contra de la voluntad de él.

Rafael espera a Francisco que ha ido a la recámara del nuevo empleado. El hombre llega al rato.
--vaya, si que has sido rápido pero, ¿no te ha dicho no, verdad? --Rafael.
--No pero es que tampoco era la gran cosa. Para una vez que me toca a mi el primero resulta que es una marica viciosa. ¡Parecía una vieja de las que usa su cuerpo para ascender, demasiado fácil...¡ No vas a tener problemas con él.
--yo no he tenido problemas con ningún macho, todos vienen a mi mansitos. Aún no ha nacido el chico que se pueda resistir a mis encantos.
Los dos amigos chocan sus manos y se sonríen con complicidad.
--mañana ya lo conoceré yo –dice Rafael-- que esta noche descanse para que esté en buena forma para mi, de eso depende que conserve su empleo por unos días o de plano lo corramos.
--¿y hasta cuando crees que tu madrastra va a dejar que te diviertas con todos los empleados. ¿no se cansa de tener que buscar empleado nuevo semanalmente?¿no sospecha nada?
--claro que no, porque sabe que yo no soy cualquier hombre, que soy un hombre que vale mucho, un hombre muy apasionado y que me merezco estos caprichitos. Además ella come en mi mano, no podría vivir sin mi. Además, alguna vez ella se nos adelanta ¿eh?
Los dos amigos brindan por su suerte. Luego Rafael se lleva a su amigo a su habitación para descargar en él la bestia que lleva dentro.



Félix y Mario hablan sobre la cama y es que los dos amigos además son compañeros de departamento. El primero está triste y alegre. Eufórico y deprimido. Se estremece todo al pensar en la mirada, en la sonrisa, en el tacto de ese cliente que tanto le gustó. Aunque aún no sabe ni su nombre, está loco por él... por Asdrúbal.
--chico, si que te ha dado fuerte, si sólo lo has visto una vez –Mario.
Esa es una realidad que lo hunde. Lloroso dice:
--es que soy un tonto, sólo a mi se me ocurre fijarme en un cliente.
--dicho así pareces que seas puto --Mario divertido.
Félix llora. Ríe.
--¿y ahora qué hago?
Mario le pone la mano en el muslo muy fraternal:
--tú tómate las cosas con calma, si es más mayor como dices hasta puede ser casado.
--No llevaba anillo y además su mirada era demasiado sensual para estar casado. Yo sentí algo muy especial y estaba seguro que hoy lo volvería a ver. Me lo dijo.
--No inventes, por lo que me has contado no te dijo eso exactamente. Me gusta verte ilusionado por un hombre, ya te tardaste pero vas muy rápido. Además no me gusta nada eso que sea mayor que tú, un hombre así siempre busca cosas diferentes de las que tú esperas.
--Me siento tan feliz y tan triste. Es él. Estoy seguro que él es el hombre que he estado esperando toda mi vida.
Mario ve a Félix tan emocionado que no le quiere romper la ilusión.
--espero que las cosas sean como tú dices.
--es que se me ha metido tan adentro, siento que forma parte de mi piel. Veo su sonrisa a todas horas, siento que su olor está en mi... Ay Mario, estoy seguro que esto es el amor. Creo que me estoy enamorando y es algo muy rico pero también me angustia y me da miedo. Me da miedo que me lastime pero es que además siento que no lo puedo frenar. Yo siempre creí que todos tenemos un amor elegido antes de nacer y ese es mi hombre, el que me corresponde por destino. ¡Ay Diosito, es tan grande lo que estoy sintiendo¡
Félix no puede dejar de suspirar con alegría y con tristeza.


De nuevo en la mansión de los Sáenz, Luz entra en su dormitorio y se sorprende al encontrar a Rafael desnudo en su cama.
--¿qué haces aquí? --pregunta ella.
--No que fuera la primera vez que te espero desnudo en tu cama –dice él provocador.
Ella se empieza a quitar la ropa.
--si pero es que hacía tiempo que no me venías a buscar. ¿con quién te divertías? --dice ella mientras se mete en la cama.
--¿estás celosa? --pregunta él divertido --¿dónde estabas? llevo rato esperándote.
--No, no estoy celosa y no te importa dónde estaba. Creí que las cosas quedaron muy claras entre nosotros desde el principio...
--No tan claro, cuando eras la esposa de mi padre me venías a buscar a diario y desde que eres viuda tengo que ser yo el que me meta en tu cama... ¿es que te gustaba más engañar a tu marido?
--¡no seas grosero¡ --dice ella mientras lo besa.
Los dos dejan de hablar y se arrastran por sus instintos. Él es más suave que con un hombre, ninguno de los dos siente un especial placer pero con el sexo esperan tener al otro controlado.

Julián ha llegado con su otro hermano a un departamento en Londres.
--¿te gusta el apartamento? Es pequeño pero aquí estaremos tranquilos.
Sebastián no ha dicho nada en todo el viaje, se muestra indiferente. Julián lo lleva a la recámara que compartirán..
--tú eliges la cama que quieras, espero que no te importe dormir conmigo pero es que ya había adquirido este apartamento sin saber que no vendría solo... igualmente prefiero que no duermas solo... Aunque puedo confiar en ti ¿verdad? No vas a hacer ninguna locura, ¿eh?
Sebastián se tumba en una de las camas sin decir nada. A Julián le desespera sentir que su hermano lo ignora. Se sienta a su lado. Sebastián se da la vuelta para no verlo a la cara.
--espero que no hagas que me meta en problemas, te he sacado del sanatorio bajo mi responsabilidad. Yo le he asegurado a los médicos que te daría el hogar que necesitas. Yo pondré todo de mi parte para que estés bien, para que seas feliz pero tú me tienes que ayudar. Tienes 16 años, eres muy joven para dejarte morir de esta manera.
Julián se calla esperando palabras de su hermano pero no es así y sigue hablando:
--Quiero que sepas que soy tu hermano, que te apoyo, que estoy a tu lado para lo que necesites, me gustaría que me contaras lo que te pasa, como te sientes. Yo nunca te he juzgado y quiero que sepas que tú no eres responsable de la muerte de papá. Yo también soy gay como tú así que no te tienes que sentir mal. Es algo normal. Tú has sido valiente, más valiente que yo. Ahora no seas cobarde. Lucha.
Sebastián no quiere seguir oyendo a su hermano. Se levanta y se encierra en el baño. Julián se lleva las manos a la cabeza desesperado.
--Sebastián, no hablaré del tema pero sal, no quiero que estés encerrado solo.
Sebastián ni sale ni dice nada. Se mira al espejo con ojos llorosos.



Félix vuelve a abrir su kiosko un día más. Durante toda la mañana no se puede concentrar ya que no deja de pensar en ese hombre al que busca y cree ver en todos lados. No se da cuenta que de la puertita del kiosko aparece una rosa. Félix está tan concentrado viendo en todos lados al hombre de sus pensamientos que no se entera. Entonces Asdrúbal golpea la puerta. Félix se gira y lo que menos esperaba era encontrarse una rosa. En eso que Asdrúbal asoma la cabeza y dice muy sonriente:
--hola, majo, ya te dije que nos volveríamos a ver.
A Félix se le ilumina la cara y Asdrúbal se enorgullece al notar lo impactado que tiene a ese joven. El hombre no deja de sonreír y Félix, totalmente seducido, no deja de suspirar.


Francisco, como casi todos los días, desayuna con su amigo Rafael.
--¿y qué ya has probado a el nuevo empleado?
--sí, está muy bueno pero demasiado fácil. Va bien porque es un desahogo seguro y así no tengo que estar sólo con los mismos pero ya sabes que tampoco me gusta que se me dé todo tan regalado. De momento a este lo dejamos, a ver si puedo echar a alguna de las ancianas para contratar a más bombones. Ahora que Julián no está las vamos a echar a todas. A la primera que voy a correr es a la planchadora esa que parece una bruja.... que por cierto hoy se retrasa, que bueno, así con un poco de suerte hasta nos ahorramos la indemnización.
Francisco se ha quedado mirando algo:
--oye, ¿ese auto asqueroso no era el de la planchadora?
De ese coche, bien viejito, ha bajado un joven de 18 años que cautiva a los dos hombres de inmediato. Rafael se va corriendo hacia él
--¡oye que yo lo vi primero ¡¡ --protesta Francisco.
Los amigos se plantan en medio del joven y se mueven en su dirección para no dejarlo pasar. Rafael es muy coqueto con él
--¿y quién eres tú, preciosura?
Muy nervioso, él dice:
--soy Andrés, el hijo de Mireya.
Los dos amigos se miran sin saber quién es la tal Mireya.
--no me digas que eres el nuevo empleado?–Rafael.
--yo hablé con la señora, ahora que mi mamá murió pues yo ocuparé su puesto. Sé que querían una chica pero yo sé planchar muy bien.
--ay sí, no sabes lo que lamentamos la triste pérdida de tu mamá linda. Yo la quería tanto.--Rafael con hipocresía.
Rafael devora al chico con los ojos y él se siente incómodo. Le fastidia el descaro de él.


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