PARA UN TRIO

PARA UN TRIO

martes, 28 de diciembre de 2010

CAPITULO 13:



Julián y Sebastián siguen hablando sobre su cama.
--¿por qué no cambiamos de tema? no me gusta hablar de eso –Sebastián.
--porque tú eres de los dos el que has tenido tema más recientemente.
--ojalá nunca me hubiera metido con él.
--¿y estuviste muy enamorado? De Josua digo.
Sebastián se siente muy incómodo.
--¿y porque tenemos que hablar de eso?
--porque tienes muchas broncas acá –le pone la mano en el pecho—y me gustaría que te desahogaras conmigo.
Sebastián responde a la defensiva.
--¿¡que es lo que quieres saber si lo amaba o maté a nuestro padre sólo por sexo puro y duro?¡ --dice entre lágrimas.
--¡ey, ey... frena, frena¡ --dice mirándolo con pena—Creí que ya estaba claro que no fue culpa tuya que se muriera papá. Cada cual tiene derecho a encontrar su felicidad de la manera que mejor nos parece. No tiene nada de malo lo que sientes. Te repito, si tú hiciste algo yo también.
--¡pero no te encontró a ti¡
--¡¡porqué tú fuiste valiente¡ ¡yo me comporté como un cobarde¡ ¡¡yo debería estar avergonzado, no tú¡
--¿y cómo le hago?¿cómo le hago para olvidar la culpa? –dice lloroso.
--pues no sé, hermano, tal vez si vas a si vas a la raíz del problema, encerrándote en ti mismo no vas a solucionar nada.
Sebastián desahoga un poco su dolor y golpeándose el pecho dice con ojos de sangre:
--¡así evito que me vuelve a enamorar, no voy a querer a nadie. No voy a volver a sentir amor por otro hombre¡
Julián lo mira triste:
--me duele tanto tu amargura. Amar como tú amaste es tan bonito, es envidiable la forma con la que tú defendiste tu amor.
--¡y de que me sirvió defender ese amor cuando me quedé solo. Él no luchó conmigo. Él con tal de no perder su trabajo me echó de su lado¡
Sebastián habla con mucha amargura y Julián trata de calmarlo:
--tienes que comprenderlo, papá se puso muy violento y más cuando ni tú ni yo permitimos que lo corriera y luego se mató y tú tampoco quisiste saber luego nada de Josua.
--Ya no quiero hablar de eso... –triste.
--de acuerdo, ya has dado el primer paso. Me ha gustado que me abrieras un poco tu corazón.
Julián nota a su hermano tenso..
--deberíamos irnos a dormir pero no tengo sueño. ¿vemos un poco la televisión?
Sebastián no dice nada y Julián toma el mando para ver que echan. Sebastián mira fijamente a su hermano. Hacia mucho que le quería preguntar algo pero nunca se atrevió y así que como quien no quiere la cosa le pregunta:
--¿y qué fue de él?
--¿de quién?
Sebastián se pone nervioso:
--¿¡pues de quien va a ser... de Josua¡ --dice alterado.
Julián le sonríe con cariño:
--creí que no querías saber nada del tema.
--¡y no quiero y es que me sentiría más tranquilo si supiera que no está en la casa¡ --dice con dolor.
--tranquilo, no está.
Sebastián hace el que no le interesa y Julián el que no se da cuenta de que le interesa y es que quiere que él se le sincere. Julián sigue viendo la tele como si ya todo estuviera dicho pero Sebastián no se ha quedado tranquilo. Julián medio sonríe al ver que su hermano empieza a mostrar interés por su entorno. Sebastián ya no puede más y le acaba diciendo regañón:
--¡ya no te hagas Julián¡¡no me hagas esto que sabes que no es un simple no está lo que quería escuchar¡ ¡quiero saber qué pasó con él cuando a mi me internaron¡
--pues no hay mucho que contar. Yo siempre luché porque no lo corrieran y me enfrenté a Luz tras la muerte de papá, pensé que te gustaría encontrarlo en la casa cuando estuvieras mejor...
Julián no sabe si contarle todo. Decepcionado Sebastián es el que dice:
--le ofrecieron mucho dinero y se fue... ¿no es así?
--así es pues...
Sebastián se altera. Julián trata de calmarlo:
--¡¡solo es un niño asustado como tú... No sé si fue idea suyo o de su padre...¡ Ahora puedes llamarlo, intentar...
Sebastián no lo deja seguir y aguantándose el llanto dice:
--no, así es mejor. El amor no me ha traído nada bueno... prefiero estar solo como tú.
--pues a mi si me gustaría enamorarme pero enamorarme de verdad, me gustaría encontrar un amor de esos que se te meten en la sangre y que lo darías todo por esa hombre.
--pues a mi no, ¡yo no me pienso enamorar nunca¡
A Julián le duele la tristeza de su hermano e intenta animarlo.








Muy lejos de ahí, en la mansión de los Sáenz, el guapísimo y joven marido de Luz se está dando una ducha. Mientras enjabona su perfecto cuerpo piensa en el giro que ha dado su vida:
--como ha cambiado tu vida –se dice a sí mismo—ahora tienes dinero, un apellido, una familia pero –con el rostro algo triste-- ¿de qué te sirve si nadie te respecta?. En esta casa no vas a encontrar el cariño que buscabas. Mientras el joven aclara su cuerpo, Rafael irrumpe en la recámara. Luz que está desnuda en la cama se sobresalta.
--¿¡se puede saber qué haces aquí?¡ ¡mi esposo está en el baño¡
Rafael la mira con ironía:
--¿de que esquina has sacado a ese gigoló que dices ahora que es tu marido?
--¡no digo que es mi marido, es mi marido y te pido que lo respectes¡
--¿¡que pasó es que yo ya soy muy viejo para ti?¡ ¿los hombres te damos asco cuando nos acercamos a los 30? Porque tú ya no eres una niña –dice con sarcasmo.
--pero ¿¿¡cómo te atreves, grosero?¡ ¡Yo recién cumplo los 30¡
Rafael se le ríe. Él lo quiere bofetear pero él no se lo permite y la agarra del brazo. Los dos se miran desafiantes. Óscar sale del baño en ese momento completamente desnudo. Se sorprende al ver la escena.
--¿¡que es esto?¡ --Óscar.
--¿¡y a ti que te importa, imbécil?¡ --Rafael.
Óscar se enfrenta a Rafael:
--¡está es mi recámara¡¿qué estás haciendo aquí?¡ Mi mujer está desnuda...
Rafael lo mira con desprecio y dice:
--¡que te lo digo tu esposita¡
Óscar le pide explicaciones a Luz que no re dice nada y se encierra en el baño. Óscar se queda triste aunque furioso.
--¿pero que se cree que soy yo, un cero a la izquierda en esta casa? –grita.
Rafael lo mira burlón y se va.


Félix está mirando una foto de su hermano y le habla con cariño:
--yo voy a vengarte. El desgraciado ese se va a arrepentir toda su miserable vida del daño que ha hecho a ti y otros tantos a los que habrá embaucado. Es una pena no tener una foto suya pero voy a averiguar su nombre. Estoy seguro que se lo debiste mencionar en alguna ocasión a la señora Providencia. Yo lo voy a localizar y lo voy a destruir ¡no es posible que los hombres hagan los que se les pegue la gana con los chicos y nadie les ponga un hasta aquí¡¡pues esté lo encontró, lo voy a aplastar como el gusano que es¡
Félix llora de rabia.
--¡lo voy a destruir, lo voy a destruir¡
Félix no puede evitar que el rostro de Asdrúbal esté metido en todo el rencor que siente por el desconocido que forzó a su hermano.

Al día siguiente, Félix no deja de atosigar a Providencia para que le diga el nombre de ese hombre.
--¿a caso es usted cómplice de ese desgraciado?¿por qué lo quiere proteger?
--no es eso criatura, te quiero proteger a ti. El rencor no es bueno.
Félix le suplica.
--¡mi hermano y mi padre no podrán descansar en paz mientras ese hombre vaya haciendo de las suyas¡ ¡¡tiene sida¡ ¿¿a cuántos más tiene que contagiar?
--pero a lo mejor se ha muerto. Esa enfermedad es terrible.
--¡pues quiero saberlo para sentirme tranquilo¡
–está bien, yo te voy a decir quién es ese hombre y donde lo puedes encontrar pero me tienes que prometer que no te vas a acercar a ese hombre y menos para hacerle daño, sólo vas a usar la información que te voy a dar para saber si está vivo o no.
--si claro que sí, se lo juro señora Providencia.
La mujer confía en las palabras de Félix y no se da cuenta de que el fuego del odio está quemando al joven y por eso no le importa jurar en falso.

Julián llega a su departamento algo alterado.
--¡me han ascendido, soy el nuevo vicepresidente de la empresa¡
Sebastián lo felicita.
--pero hay un problema –dice Julián- el cargo es en México, tengo que volver la semana próxima.
Sebastián lo mira nervioso, no le apetece nada volver.

Providencia habla con Félix cuyos ojos brillan de odio.
--José Sáenz de la Torre, así se llama ese maldito. Vive en una mansión en Polanco.
Félix se muestra dulce pero su alma clama venganza.
--Me has jurado que no vas a hacer daño a nadie –dice intranquila.
--claro. Averiguo lo que sea y me vuelvo a mi casa, yo trabajo.
Providencia se queda tranquila. Félix es puro odio, el rencor lo ha poseído totalmente.





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